Bajé de peso, pero me siento demacrada

A veces bajar de peso, no es la mejor solución para tener un rostro joven. Cuando se pierde peso, algunas personas experimentan un fenómeno nada deseable: la piel del rostro se rinde a la gravedad ante la disminución de grasa. La cara se ve flácida, especialmente en la zona de las mejillas, menos rellenas. Se van los kilos pero, de repente, llegan los años de manera inesperada.

Todos queremos mantenernos en el peso ideal, pero es una tarea difícil, con todas las tentaciones que hay, el estilo de vida sedentario que podamos tener, las alteraciones alimenticias a las que nos sometemos por trabajar y por sobre todo, con la edad. Si tenemos sobrepeso y logramos controlarlo nos surge otro problema: la piel ya no se ve igual, y nuestra cara, sobre todo, sufre las consecuencias, luciendo demasiado delgada y demacrada.

Lo mejor, para evitar que nuestro cuerpo y nuestra cara luzcan demasiado delgados, es mantenerse siempre ni muy gordo ni muy delgado, aunque es difícil. Pero si ya tuviste un cambio brusco de peso, lo mejor es que ganes músculo, a la vez que pierdas grasa (así tu aspecto mejorará), lo puedes lograr realizando ejercicios anaeróbicos como andar en bicicleta o andar en una trotadora.

Además con una dieta que incluya alimentos ricos en antioxidantes como los vegetales, frutas y verduras. Las proteínas de origen animal que se recomiendan son las magras, como el pollo sin piel y los pescados, especialmente el salmón, el atún, las anchoas, etc. Entre los lácteos recomendados, se encuentran los quesos bajos en grasa y el yogurt. Los granos como la cebada, la soya y la avena, son adecuados para esta dieta que además del rejuvenecimiento, nos ayude a perder peso.